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Foto del escritorUMBRASIL

III Foro Regional de la Región América Sur - Día 1: Construir

“Somos piedras vivas del L’Hermitage que se levanta en América Sur”


La Capilla fue el primer escenario de este encuentro con aquellos que, movidos por el amor de Dios y el fuego de Marcelino, pusieron los cimientos de lo que hoy es Cruz del Sur, y, a través de ellos, con cuantos también lo hicieron en toda América Sur. Hermanos, Laicas y Laicos de nuestra Región pudieron reconocer allí los símbolos que, desde la encrucijada del presente, nos invitan a contemplar la inmensa obra realizada a través de una amplia, reveladora y luminosa ventana y también a honrar la memoria viva de tantos Hermanos cuyas cenizas descansan allí y nos hablan de la entrega y la fe con la que la sembraron.


La escucha de la Palabra y el gesto simbólico, conmovedor, que permitió evocar los nombres de cuantos Hermanos iluminaron el Camino de muchos de los presentes y de sus comunidades en toda la Región, precedió a la visita del Historial, un espacio singularmente cargado de testimonios y mensajes. El regreso al templo, con la oración, el canto y nuevamente la Palabra ―que nos trajo el sí de María y nos recordó el sí de Marcelino al Señor interpelando los sí que alguna vez hemos dado― puso fin a esta primera etapa.


Con este espacio de interioridad se puso oficialmente en marcha el Foro Regional como instancia de encuentro, formación y alineamiento y una valiosa oportunidad de reconocernos en nuestra interculturalidad, en nuestra internacionalidad, haciendo profunda experiencia de escucha y apertura a los otros, a sus historias, que son parte de una historia común.


A las presencias del Vicario General, Hno. Luis Carlos Gutiérrez, del Consejero General, Hno. Óscar Martín y del Hno. Gregogio Linacero, miembro del Economato General del Instituto, se suman también las de los Provinciales de Santa María de los Andes, Hno. Pablo González Franco, de Brasil Centro Norte, Hno. José de Assis, de Brasil Centro Sur, Hno. Vanderlei Siqueira, de Brasil Sur Amazonía, Hno. Deivis Alexandre Fischer, y de Cruz del Sur, Hno. Raúl Schönfeld, quienes expusieron sus miradas sobre el proceso de colaboración, solidaridad e interdependencia que se empieza a llevar a cabo en la Región.


Los tiempos lúdicos y las dinámicas de la mañana estuvieron orientadas a volver los ojos de todas y todos los asistentes al símbolo de L’Hermitage a 200 años de su construcción y a los desafíos surgidos de la Tercera Asamblea Internacional de la Misión Marista (MIMA III), en clave de construir (el eje previsto para este Primer Día de formación y reflexión).

El trabajo por grupos y el armado de un rompecabezas que conformaba la imagen de la Casa Madre fundacional hizo posible avanzar en el conocimiento del servicio que prestan Laicas, Laicos y Hermanos en su Provincia y ponderar el valor de lo que todos y cada uno estamos llamados a ser: Piedras vivas del Hermitage que se levanta en nuestra Región.


El Hno. Luis Carlos expresó su felicitación por el camino constructivo que transita ―un camino valioso de crecimiento repleto de oportunidades y también de retos― y porque ha apostado al trabajo en misión compartida. Acto seguido, ofreció una pormenorizada exposición sobre los núcleos conceptuales que MIMA III nos entrega, a modo de bitácora, para orientar el rumbo de la misión en sintonía con las intuiciones del Instituto y las necesidades emergentes de América Sur.


Al cierre del Primer Día, Angelo Ricordi, de la Provincia Marista Brasil Centro Sur, compartió con el auditorio el fruto de una empeñosa investigación aproximándonos a la esencia de L’Hermitage con todo lo que tiene muy especialmente para comunicarnos en este tiempo de nueva construcción y transformación.


La Casa Madre, más que un edificio y un legado histórico ―concluyó― es la materialización de una visión de futuro para nuestra vida y misión. Es un modelo de espiritualidad. Una construcción mística que se manifiesta precisamente como tal en los momentos de mayor crisis, de mayor dificultad y nos enseña cuál es nuestro verdadero rol: Ser colaboradores de la obra de Dios.


En torno a la mesa de la Eucaristía se puso fin a la Jornada mientras resuena en nosotros la voz del Salmo 127: “Si el Señor no construye la casa, en vano se esfuerzan los constructores…”



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